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Epístola a los Colosenses

The first page of Colossians

Datos básicos
Autor Pablo de Tarso y Timoteo
Fecha Año 57 o año 62
Lugar Roma o Cesarea Marítima
Idioma Griego koine
Abreviatura Col.
Números
Capítulos 4
Versículos 95
Nombre
Más datos
Testamento Nuevo Testamento
Sección Epístolas
'Número de libro 12

La Epístola a los Colosenses es el duodécimo libro del Nuevo Testamento. Fue escrito por el Apóstol Pablo y Timoteo a la Iglesia en Colosas, una pequeña ciudad frigia cerca de Laodicea y aproximadamente 160 km de Éfeso en Asia Menor.[1]

Autoría[]

La tradición eclesiástica ha venido atribuyendo la epístola a Pablo de Tarso, y sólo desde el siglo XIX se ha cuestionado esta idea. En la actualidad, las opiniones están divididas.

Los autores modernos partidarios de la autenticidad de la epístola se basan sobre todo, aparte de la tradición unánime de la Iglesia desde la época de Ireneo, en la presencia en ella de ideas características del pensamiento teológico de Pablo, y en la afinidad de la situación en ella descrita con la Epístola a Filemón, cuya autenticidad no se ha cuestionado: en ambas epístolas, el autor está en prisión, y en las dos figuran los mismos colaboradores.

Quienes descartan que la epístola sea auténticamente paulina se basan en:

  • Diferencias de vocabulario.
  • Diferencias de estilo literario.
  • Concepciones teológicas diferentes.

Señala Antonio Piñero especialmente dos: el énfasis que se hace en la creación del universo a través de Cristo (cf. 1,16), y el concepto cósmico de Iglesia, como cuerpo de Cristo (cf. 1,18-24), cuando en el resto de las epístolas paulinas la palabra "iglesia" tiene siempre el sentido de comunidad cristiana local. La imagen que la epístola presenta del apóstol: más que a un personaje vivo, parece reflejar a un personaje del pasado.

Fecha de composición[]

En la epístola hay elementos que permiten afirmar que fue escrita en prisión (4:10,16). Por ello, los partidarios de la autoría de Pablo consideran que fue escrita durante alguno de los períodos de encarcelamiento del apóstol narrados en los Hechos de los Apóstoles: su primera prisión en Roma, durante la cual disfrutó de una relativa libertad para predicar (Hch 28:16-28), su segundo encarcelamiento en dicha ciudad, su prisión en Cesarea Marítima (Hch 23, 12-27,1), o incluso en Éfeso (cf. Hch 9). En todo caso, debió ser compuesta poco antes de la Epístola a los Efesios.

Quienes niegan la autoría paulina, en general, no se pronuncian sobre una fecha y lugar de composición concretos, aunque consideran que debió de ser escrita en fecha relativamente próxima a la muerte del apóstol, y, en todo caso, antes de Efesios.

Los autores que aceptan su atribución a Pablo en Roma durante su primer encarcelamiento allí, probablemente en la primavera de 57 o, según otros, en el año 62. Poco después escribió la Epístola a los Efesios.

Contexto[]

La carta va dirigida a la comunidad cristiana de la ciudad de Colosas, en Frigia, región situada en el sudoeste de Asia Menor. Colosas era una ciudad pequeña, relativamente cercana a Éfeso y Mileto.

La comunidad cristiana de Colosas estaba en contacto con las de otras dos localidades próximas, Hierápolis y Laodicea (cf 4,13-16), con las que intercambiaban los textos que les eran remitidos por los líderes cristianos. De acuerdo con el propio texto de la epístola, la comunidad no ha sido fundada por Pablo, ya que el autor afirma que ni ellos ni los de Laodicea lo han visto nunca personalmente (2:1), sino probablemente por un tal Epafrás (1:7).

El motivo de la epístola son las disensiones que han surgido en el seno de la comunidad a causa de la predicación de algunas personas cuyos nombres no se citan. La doctrina de estos predicadores puede reconstruirse a partir de la propia epístola.

Se trata de una "filosofía" (2:8) que postula la existencia de poderes intermedios entre Dios y los hombres llamados "principados" y "potestades" (2,10), que pueden asimilarse a los ángeles. Dada la insistencia del autor de Colosenses en que únicamente en Cristo reside la plenitud de la Deidad (2:9), puede deducirse que, para los predicadores de Colosas, Cristo ocupaba un lugar subordinado con respecto a estos "principados" y "potestades", a quienes consideraban que debía rendirse culto. Esta "filosofía" prescribía además ciertas prácticas (2:20-22) relacionadas con la comida y la bebida, así como con festividades como la del novilunio y la del sábado (2:16).

Para Piñero, esta doctrina apunta a "una mixtura de gnosis y de tradiciones judías", y está relacionada con las religiones mistéricas.

Contenido[]

Según Gabriel Pérez Rodríguez, la estructura de la epístola es la siguiente:

  1. Introducción (1:1-14)
  2. Primera parte de carácter teórico-doctrinal (1:15-2:23)
  3. Segunda parte, exhortación moral (3:1-4:1)
  4. Conclusión (4:2-18)

Esta estructura coincide con la de otras epístolas paulinas, como Romanos y Gálatas.[2]

La epístola tiene dos partes; los dos primeros capítulos son dogmático y polémicos y los dos últimos prácticos y morales.

En la primera parte el autor muestra lo absurdo de los errores con la afirmación directa de la supereminente de la dignidad de Cristo por cuya sangre tenemos la redención de los pecados. Él es la imagen perfecta del Dios invisible, engendrado antes que todas las criaturas:

"Por Él y para Él fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra, visibles e invisibles, espirituales o materiales y por Él todas las cosas se mantienen. Él es la cabeza de la Iglesia y Él ha reconciliado todas las cosas por la sangre de su cruz,también a los Colosenses… por la muerte.

San Pablo como Apóstol de los gentiles y prisionero por su causa les exhorta a agarrarse a Cristo en quien habita la plenitud de Dios y no permitirse bajo el plausible nombre de filosofía ser esclavizados de nuevo por las tradiciones judías basadas en la ley de Moisés que no era sino una sombra de la que la realidad es Cristo y que fue abrogada con Su llegada. No han de escuchar las vanas y rudimentarias especulaciones de los falsos maestros y han de dejarse engañar por una falsa apariencia de humildad que pone a los ángeles o demonios al mismo nivel que a Cristo, Creador de todo, Dueño de los ángeles u Conquistador de los demonios.

En esta parte de la epístola, Pablo saca algunas lecciones prácticas de la enseñanza anterior. Apela a ellos que fueron elevados con Cristo y deben preocuparse de las cosas de arriba, desterrar al hombre viejo y vestirse del nuevo. En Cristo no ha de haber ni judío ni gentil, bárbaro o escita, esclavo o libre.

A continuación se citan los deberes de las esposas y de los maridos, niños y siervos. Recomienda la oración constante y que sean agradecidos; y les dice que caminen con sabiduría hacia los que están fuera, y que sus palabras sean dichas con gracia sazonadas con sal y que sepan como responder a cada uno. Después de un saludo final, termina:

"El saludo es de mi mano, Pablo. Acordaos de mi en mis cadenas. La gracia sea con vosotros"

Autenticidad de la epístola[]

Pruebas internas[]

La epístola afirma que ha sido escrita por San Pablo y las pruebas internas demuestran conexiones muy íntimas con Filipenses y Filemón que se admiten como genuinas de San Pablo. Renan concede que presenta algunos rasgos que se oponen a que se una falsificación, entre ellas la conexión con Filemón. Hay que notar, también, que la parte moral de la epístola, los dos últimos capítulos, tiene una afinidad muy cercana con partes similares de otras epístolas, mientras que en todo encaja perfectamente con los detalles conocidos de la vida de San Pablo y arroja considerable luz sobre ellos.

Pruebas externas[]

Las pruebas externas son tan fuertes que hasta Davidson ha llegado al punto de decir "que unánimemente aceptada en tiempos antiguos". Considerando su brevedad, el carácter de controversia y la naturaleza efímera local de los errores de los que trata, es sorprendente cuán frecuentemente fue utilizada por los escritores antiguos.

Hay huellas de ella en los Padres Apostólicos y era conocida por el autor de la Epístola de Bernabé, por San Policarpo y Teofilo de Antioquía. Fue usada por Justino mártir, Ireneo, Tertuliano, Clemente de Alejandría etc. Es evidente por el Fragmento Muratoriano y las primeras versiones que estaba incluida en las primeras colecciones de las Epístolas de San Pablo.

Se usaba como Escritura a principios del siglo II por Marción, los valentinianos y otros herejes mencionados en la "Philosophoumena"; que no la hubieran aceptado si se hubiera originado entre sus oponentes después de que rompieran con la Iglesia.

Objeciones[]

Puesto que la evidencia histórica es más fuerte que la de la mayoría de escritos clásicos, se puede preguntar por qué se ha puesto en duda su autenticidad. Nadie dudaba hasta 1838 cunado Meyerhoff,seguido por otros, comenzó a poner objeciones. Es conveniente tratar esas objeciones bajo estos epígrafes:

  • Estilo
  • Cristología
  • Errores que trata
  • Semejanza con Efesios

Estilo[]

En general, al compararla con Corintios, Romanos y Gálatas se ve que el estilo, especialmente en la primer parte, es pesado y complicado. No contiene preguntas repentinas ni dilemas serios ni explosiones vehementes de arrasadora elocuencia paulina. Algunas frases son largas y rebuscadas y aunque el todo es expuesto de forma amplia y noble la presentación es uniforme y no, digamos, como en Gálatas. De ahí que se objete que no pudo ser escrita por Pablo. Sin embargo todo esto puede explicarse naturalmente cuando se tiene en cuenta que la epístola fue escrita después de varios años de monótono confinamiento, cuando la cristiandad había echado raíces, cuando el antiguo tipo de judaizante ya no existía y la posición de San Pablo era ya reconocida. También hay que tener en cuenta su avanzado edad. No es justo comparar esta epístola y alguna de sus partes sólo con ciertos trozos de las primeras.

Hay frases largas y complicadas distribuidas por toda la de los Romanos, I y II a los Corintios y Gálatas y en la generalmente admitida a los FilipensesSe ha observado que muchas de las expresiones paulinas y métodos de razonamiento son muy naturales y están entrelazadas inextricablemente en la misma materia y sustancia de la epístola. El Dr. Sanday ha difundido la opinión de críticos justos cuando dice que nadie que vea la epístola en su conjunto dejará de impresionarse por su irrompible unidad y carácter genuinamente paulino. Se objeta que la epístola contiene muchas palabras que San Pablo no usa en ninguna otra parte. Pero eso es precisamente lo que cabría esperar en una epístola de San Pablo. Cada una de sus epístolas contiene muchas palabras que no emplea en otros lugares. Alford da una lista de treinta y dos apax legomena en esta epístola de las cuales dieciocho aparecen en el capítulo segundo, donde trata de los errores. Lo mismo ocurre en epístolas anteriores, donde el apóstol habla de temas nuevos o errores peculiares y allí abundan los apax legomena. Esta epístola no muestra más que la porción ordinaria de palabras nuevas y a este respecto se compara favorablemente con la genuina 2 Corintios. Más aún, las palabra compuestas que se encuentran en ella tiene sus análogas en pasajes similares de la auténtica a los Romanos. Sería absurdo sujetar a un estrecho y fijo vocabulario un autor de tal vigor intelectual y versatilidad literaria como Pablo. El vocabulario de los escritores cambia con el tiempo, lugar y tema. Salmon, Mahaffy y otros señalan los cambios similares en los escritos de Jenofonte, que era un viajero, como San Pablo.

Cristología[]

Se ha objetado que la idea de Cristo presentada en la epístola no puede ser de San Pablo. Contestando a esto bastará citar el siguiente pasaje de la genuina Filipenses:

"Quien (Jesucristo) estando en forma de Dios, no reputó como botín el ser igual a Dios, antes se anonadó tomando la forma de siervo" (2:6, 7).

El estudio imparcial de esta carta muestra que la cristología de la epístola no difiere en ningún punto esencial de las otras epístolas de Sab Pablo. El tema ha sido científicamente tratado por Père Rose, M Lépin y otros. Y las palabras: "Llena las cosas que faltan de los sufrimientos de Cristo en mi carne, porque este cuerpo, que es la iglesia"(1:24), no presentan ninguna dificultad cuando se recuerda que había terminado de decir que Cristo había reconciliado todo por la sangre de su Cruz.

Errores que trata[]

La objeción que hay bajo este título no debe detenernos mucho. Hace algunos años se afirmaba con frecuencia que los errores que combate en esta epístola son los de los gnósticos del siglo II y por consiguiente la epístola fue escrita muchos años después de la muerte de Pablo. Pero esta opinión ya es considerada anticuada. Nadie puede leer los escritos de los gnósticos sin convencerse que los términos que emplean se usan en un sentido muy diferente que el que se les da en la epístola. El mismo Baur parece tener considerables dudas sobre el asunto. Los errores del gnosticismo judaico, condenados en la Epístola, estaban en embrión comparados con el gnosticismo completamente desarrollado del siglo II.

Semejanza con Efesios[]

La principal objeción a la epístola es su semejanza con Efesios, David afirmaba que de 155 versículos en esta última, 78 eran idénticos a Colosenses. De Wette mantenía que Efesios era mas que una amplificación verbosa de Colosenses. Baur pensó que Efesios era la superior y Renan preguntó cómo podemos suponer que el Apóstol pierda su tiempo citándose a si mismo. Pero como señaló el Dr. Salomon un apóstol podía escribir una carta circular, es decir, podía enviar a diferentes lugares cartas con palabras similares. Se han elaborado muchas teorías para explicar el parecido Ewald mantenía que la sustancia era San Pablo, mientras que la composición se dejaba Timoteo. Weiss y Hitzig recurren a una teoría de interpolaciones. Pero la teoría que ha cobrado más notoriedad es la de HJ Holtzmann que hace una exhaustiva comparación tomando pasajes que parecen probar la prioridad de Efesios y un número igual que parece demostrar la anterioridad de Colosenses. La conclusión natural debería ser que todas estas semejanzas se debían al mismo autor que escribió y envió estas cartas a uno y mismo lugar. Pero Holtzmann lo explica de manera diferente. Supuso que San Pablo escribió una breve epístola a los Colosenses y un escritor posterior compuso la Epístola a los Efesios tomando la breve carta a los Colosenses,interpoló y añadió cosas de su propia cosecha a los Efesios construyendo así la actual Epístola a los Efesios y tuvo tanto éxito que nadie sospechó hasta el siglo XIX. Pero esta teoría tan intricada no tuvo ningún seguidor ni entre la más avanzada escuela crítica. Hilgenfeld la rechazó en 1873, la mejor refutación fue la detallada crítica de Soden en 1885, que dijo que apenas ocho versos podían considerarse interpolaciones. Sanday señaló que las líneas de demarcación de Soden eran puramente imaginarias y Pfleiderer mostró la inconsistencia implícita en su rechazo de los versículos. El resultado de todas estas críticas convenció a von Soden, en 1891, de que toda la epístola era genuina, con la excepción de un solo verso que ahora se piensa que es genuino. En 1894 Jülicher afirmaba que la mejor solución era admitir la autenticidad de ambas epístolas. J Weiss intentó, sin éxito, resucitar la moribunda teoría de Holtzmann, en 1900. Mientras que los datos de Holtzmann son incontestables, y no hacen sino confirmar la comunidad de autoría, su explicación es rechazada por la mayoría de los especialistas por artificial e irreal. No explica muchas cosas sobre estas epístolas, por ejemplo cómo los cristianos permitieron que una carta auténtica de San Pablo se perdiera completamente sin dejar rastro o mención alguna, en beneficio de las dos falsificaciones posteriores. Cada epístola tomada en si misma muestra tal unidad y conexión de argumento y lenguaje, que si las otras no existieran nadie hubiera sospechado el menos grado de interpolación. Las partes rechazadas como interpolaciones rompen la unidad del argumento y el fluir de las ideas. Como observa Salmond no hay ninguna tediosa igualdad de estilo en ambas epístolas.Efesios es redonda, completa y rítmica;Colosenses es más aguda, lógica y concisa. Efesios tiene varias referencias al Antiguo Testamento; en Colosenses solo hay diferentes palabras nuevas en cada una de ellas y pasajes completos en una y nada de ellos aparece en la otra. Las expresiones que se supone que vienen de Colosenses ocurren muy naturalmente en Efesios. Como la hipótesis de Holtzmann fue completamente destruida, pero su estudio de las epístolas muestra tan íntima relación entre ellas que solo puede haber una explicación posible: que ambos son escritos genuinos de un hombre y que ese hombre era Pablo. Paley expresó esta parte del argumento mucho antes de que se llegara a pensar en estas objeciones y el hecho de que aún se le cite, sin calificarlo, en este asunto es la mejor prueba de la futilidad de tales objeciones.[3]

Referencias[]

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